PRESENTACIÓN DE
AQUÍ NO FALTA NADIE: Antología de poesía puneña
Instituto Cultural Peruano Norteamericano
Arequipa, 24 de setiembre de 2008
Por: José Luis Ramos Salinas
Es curioso que un libro se presente dos veces, más curioso que el presentador sea el mismo, y más todavía si ambas presentaciones se hacen en una ciudad tan pequeña para estos menesteres como es Arequipa. Pero estamos aquí y eso -no diré que es lo que importa- sino que hay que hacerlo importar.
Presenté este libro hace ya algunos meses en la Alianza Francesa y luego del acto casi protocolar, como tiene que ser, pasamos a una discusión más amical del mismo, que giró en buena medida alrededor de quienes reclamaban a gritos por la ausencia de algunos poetas en el libro que comentamos. Así surgió la idea de que un buen título para una antología era: Los hijos de puta. Pues, creemos que así, nadie zapatearía para que lo incluyan en ella.
Luego, he tenido la oportunidad de leer algunas críticas al libro que nos convoca esta noche y también las respuestas que se han dado a las mismas. Y ello, junto con la anécdota apenas señalada, me convencieron de poner a debate esta noche, las ideas que propondré en unos instantes.
Pero hagamos antes una pequeña remembranza de la presentación en la Alianza Francesa. En aquella ocasión, hablamos básicamente de dos cosas, a propósito, más que de la antología misma, del método elegido por Walther Bedregal para hacer esta antología,: los rizomas formados a manera de fractales en base a hipotextos e hipertextos. Dijimos entonces que tal método chocaba con dos cuestiones:
La primera: que varios de los antologados no cabían dentro del rizoma planteado, por lo que el problema de la antología no era, como se ha dicho, el que faltan varios poetas, sino que sobraban algunos.
La segunda: iba a cuenta del subtítulo del libro: Antología de la poesía puneña, pues sostuvimos que el método del rizoma no admitía gentilicios en cuanto determinación geográfica, y por tanto entraba en crisis la puneñidad si se refería a un ámbito espacial, e incluso si se refería a una identidad cultural, si esta es pensada como algo dado y no como algo que se construye, que es el postulado de quienes proponen el rizoma como forma de organización de todo lo que se mueve (no de los que está) en la sociedad contemporánea.
También hablé, ciertamente, de los méritos que creo tiene esta antología, pero no los voy a resumir aquí. Prefiero reflexionar otra vez sobre el método de los rizomas, pero esta vez vinculándolo no a la antología misma, sino a las críticas que se le han hecho.
PRIMERA CRÍTICA: No están todos los que deberían estar.
La crítica que más se ha escuchado y leído acerca de esta antología, es que hay varios poetas que por su calidad y trayectoria merecían haber sido antologados, no haberlos considerado es una falta de respeto, y hasta una provocación e insulto si se tiene en cuenta que la antología se titula: Aquí no falta nadie.
Tratemos ahora de deconstruir esta crítica. Para eso prestemos atención a las categorías que utiliza:
Poeta: en primer lugar se reclama por la ausencia de poetas, y esto revela algo que muy posiblemente ni siquiera los antologados han percibido, esta antología es una antología de poemas, no de poetas; entre estas páginas no hay poeta alguno, lo que hay aquí son poemas. Si esto es cierto, lo que acabamos de decir vale en realidad para cualquier otra antología. Entonces, para que la crítica sea válida, para que el reclamo sobre ciertas ausencias sea coherente, no debió hablarse de poetas, sino de poemas. Debió decirse: cómo es posible que tal poema no haya sido incluido, si se trata de un texto fundacional, o para decirlo con las categorías con las que trabajó el antologador: si se trata de un hipotexto; o de un hipertexto que revaloró tal o cual hipotexto, o que diversificó el rizoma de la poesía puneña dándole una riqueza que no tenía.
Pero no se reclamó por eso, se reclamó por poetas, acaso reclamaban por ellos mismos, como si los poetas tuvieran alguna importancia. Raúl Zurita lo dice muy claro, no importa el poeta, lo que importa es la poesía, y la poesía no le pertenece a los poetas, ni siquiera sus poemas le pertenecen (mucho menos en estructuras rizomáticas, como intentaremos demostrar más adelante), la poesía le pertenece al lector, le pertenece a todo aquel que puede emocionarse ante algunas líneas impresas en un papel. Al poeta no le corresponde presentar reclamos por no ser incluido en una antología, esa es labor de la burocracia, de la mesa de partes; al poeta le corresponde la construcción de una sociedad en la que todos puedan gozar y sufrir la poesía, si para eso ecribe poemas en buena hora; si para eso lucha contra todo lo aintipoético, qué bueno.
Por tanto, este libro solo puede ser objeto de reclamo sino despertara emociones en el lector, que podría, incluso, no leer o no recordar en lo absoluto el nombre del autor o los autores. Y yo creo que este libro destila emociones por todos lados, que este libro está lleno de poesía y en ese sentido no admite reclamo alguno. Aunque para ser consecuentes con lo que acabamos de decir, sí hay algo sobre qué protestar: que se haya incluido los nombres de los autores.
Walther Bedregal subestimó a los autores de los poemas que incluyó en su libro, a ellos no les interesa en absoluto figurar, solo les interesa la poesía, solo les interesa las emociones que sus textos pueden provocar, estoy completamente seguro que estos poetas le pedirán a gritos que en la próxima edición borre sus nombres, demasiado antipoéticos para un libro tan bueno como éste.
Por eso el antologador se equivocó cuando tituló su libro Aquí no falta nadie, porque aquí no hay nadie, aquí hay algo. O al revés: Aquí sobran todos, salvo los poemas.
Vayamos a la otra categoría: la trayectoria de los excluidos. Los poetas puede que tengan trayectoria, muchas veces ésta puede ser absolutamente nefasta desde el punto de vista de las buenas costumbres, de la ley incluso; otras veces ésta puede ser brillante desde la perspectiva de los premios obtenidos, la producción bibliográfica, etc. Pero insistamos aquí no hay poetas, los poetas se antologan en las páginas sociales de las revistas de moda; aquí hay poemas, poesía, y ésta no tiene trayectoria, o es inaprensible, se presenta como un momento mágico detrás del cual puede haber mucho trabajo y mucho tiempo por parte del autor, pero veremos que en las estructuras hipertextuales los autores no importan, sino los lectores, y para ellos se trata de un instante de lucidez.
Además las estructuras rizomáticas se mueven en lo que Manuel Castells llama el tiempo atemporal, y no puede haber trayectorias en él, al menos en el sentido en que lo plantean quienes esbozaron esa crítica a este libro.
Que esta antología constituye una provocación y un insulto, me parece más una virtud que un defecto en una sociedad tan pasiva como la que vivimos, en la que la tragicómica profesía de George Orwell parece haberse cumplido en cuanto al Gran Hermano y su poder panóptico, incluidos los rizomas, por cierto. En donde la rebelión consiste en emborracharse con los cocteles que nos invitan las instituciones del sistema, o en participar de los actos celebratorios del mayo del 68 que organiza Zarkozy.
En un mundo así la poesía tiene que ser provocación, en un mundo que es una especie de estercolario planetario, la poesía tiene que ser un insulto. Si este libro es, entonces, una provocación y un insulto, ello no abona en su contra, sino a su favor.
SEGUNDA CRÍTICA: Hay algunos que no debieran estar.
Esta crítica se cae por su propio peso. En primer lugar ya dijimos que no tiene sentido hablar de personas. En todo caso debió decirse que hay algunos poemas que no debieron estar y demostrar por qué.
Y los criterios hubieran sido tan difíciles de sostener como lo son los que justifican su presencia en algo que estamos denominando, mediante una estructura rizomática: poesía puneña.
Pues tendríamos que establecer con toda claridad qué es lo puneño. Y si aceptamos la lógica hipertextual esa tarea no solo se hace difícil, sino imposible. No hay manera de establecer dónde termina lo puneño y dónde empieza lo que no lo es. Los rizomas ponen en crisis la categoría de identidad.
UNA REFLEXIÓN FINAL
Si aceptamos todo lo que hasta aquí se ha dicho y nos fijamos bien, comprenderemos que la lógica hipertextual no solo ha puesto en cuestión la identidad, sino la autoría misma.
Este libro está concebido, aunque no impreso, como una obra en sí misma, no como un conjunto de poemas yuxtapuestos, sino como un gran poema hipertextual. Pero entonces salta la pregunta, quién es el autor de Aquí no falta nadie. Y aquí tendrá que disculparme Walther, porque ciertamente en la estructura hipertextual, él, más que un autor, es un promotor de ciertas conexiones, de ciertos flujos, aunque si aceptamos las premisas que él mismo se ha planteado, ni siquiera vendría a ser un promotor, pues los lazos ya existían antes de que él publicara este libro. Entonces, Walther vendría a ser lo que dijimos en la primera presentación que hicimos de este texto, un magnífico fotógrafo de un cierto rizoma en un momento dado.
Pero si Walther no es el autor, quién lo es entonces? Los poetas cuyos poemas han sido antologados? Podría ser, pero a lo sumo de «sus propios» poemas, y lo que está aquí no es una sumatoria de poemas, ni una sumatoria de autorías, sino una estructura conformada por hipo e hipertextos. Y lo que nos estamos preguntando es quién es el autor de esta estructura: todos los poetas y a la vez ninguno, y puesto que la estructura alcanza «palpabilidad» en la construcción mental que de ella se hace el lector, en realidad el autor es el letor, o por lo menos un prosumidor, en la fórmula de Alvin Toffler, es decir que cuanto menos participa parcialmente en el proceso de creación. Los autores serían entonces los poetas y los lectores. Pero no podríamos referirnos solo a los poetas que aparecen en el índice, porque sin duda ellos se habrán valido de hipotextos escritos por poetas ausentes explícitamente de este libro, pero no creativamente. Y qué lectores? los que leyeron el libro obviamente, pero también los que lo van a leer, y no podemos responder, en este extremo, a esa pregunta, sino de manera abiertamente indefinida, con lo que la idea de autoría se difumina hasta desaparecer por completo.
Y así se cumple lo que quería Raúl Zurita, que no importen los poetas, los autores, sino la poesía. Un gesto en este sentido sería dejar de firmar los poemas, los libros. O en todo caso colocar en el pie de imprenta algo así como: texto base por fulano, recreación por usted. O fulano propone, usted dispone. Y por usted nos estamos refiriendo al lector como es obvio.
Pero nos parece poco justo que éstas recreaciones no tengan otro espacio que la mente del lector, debieran, pensamos, incorporarse al texto mismo, haciendo de éste un hipotexto y del que añade el lector un hipertexto. Notas al margen o al pie, podría ser, pero esa es una tecnología de las épocas en las que no se cuestionaba la categoría de autor. Ahora tenemos tecnologías mucho más potentes que permiten no solo hacer esos agregados, sino integrarlos en el texto base, de manera que pasa de hipertexto a hipotexto, y así puede dar paso a otro hipertexto que podrá convertirse en hipotexto y así hasta el infinito. Esa tecnología es la que usa Internet, pero no es exclusiva de ella.
Todo esto, nos lleva a decir finalmente, que si lo que se quería era llevar hasta las últimas consecuencias el método de fractales, rizomas, hipotextos e hipertextos, este libro no debió tomar el formato impreso que tiene, sino uno digital, mejor virtual, que dejara lo nodos abiertos para convertirse en fuente inagotable de hipertextos, que definitivamente ya no estarán bajo el control del antologador.
Claro que eso ya no sería poesía, sino hiperpoesía, y no sé si la vanidad de los poetas, sea capaz de resistir tanto.
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